Segurhogar

Testimonio de un ladrón de viviendas en Madrid

Testimonio de un ladrón de viviendas en Madrid

¿Que por qué estoy aquí, pagando mi deuda con la sociedad en este centro penitenciario? Bueno, no es una de mis mejores historias, pero quizá pueda servir de algo.
Dejemos que nunca conseguí salir de la pobreza, nunca tuve recursos para salir adelante sin ayudarme de robar. Al principio robaba de forma puntual, para salir del paso, pero conforme mis robos no tenían consecuencias cada vez lo hacía con mayor frecuencia. Cada vez me intentaba superar más, pero la avaricia supongo que rompió el saco.
Llevaba una semana y media sin detectar actividad en el bloque de pisos de enfrente. Las persianas totalmente bajas, sin que cambiaran su posición. Siendo pleno agosto, lo más seguro es que aún faltaran días para que volvieran. Como me faltaba algo de dinero, decidí pasarme una noche de de madrugada a ver si había suerte.
La puerta principal se podía abrir con una tarjeta, así que hice palanca con una tarjeta y me metí para adentro. Los buzones me confirmaron lo que sospechaba. Los tres primeros pisos tenían todas las cartas en el buzón, el último no. Decidí que el cuarto piso no iba a gastar mi atención.
Subí al primer piso, y pasé de largo. Al lado de la puerta estaba la chapa que certifica que la vivienda tenía alarma. La verdad que no me apetecía jugar a las carreras contrarreloj. En el segundo piso tampoco tuve suerte. No había alarma, pero sí una puerta blindada. La mayoría de cerraduras no me suponen un problema, por lo que me daba igual si la puerta era de papel o diamante. Sin embargo, no conseguí abrir la dichosa puerta. Además de estar blindada, la puerta tenía una cerradura electrónica, es decir, no necesita llaves para abrirse, por lo que es imposible manipularla desde fuera. El propietario debía tener un buen botín dentro, pero ese fue su día de suerte.
Ah… la puerta del tercero. Esa puerta sí que daba gusto. La mayoría de viviendas no tienen ni una puerta decente, en dos patadas está en el suelo. Para mis robos no me gustaba dejar una prueba tan evidente, así que siempre me he valido del bumping. Saqué de la mochila mi llave maestra y mi martillo. En dos golpes, la llave había encajado dentro de aquella cerradura vieja y descolorida, dos giros hacia la izquierda, y en escasos segundos estaba dentro.
Cerré la puerta, por si el del cuarto decidía husmear o trabajaba de noche. Sabiendo que tenía algo de tiempo, me lo tomé con calma. Busque objetos como dinero, joyas, iPads…objetos que valieran mucho dinero y pudiera llevarlos en la mochila sin levantar sospechas. La verdad que no encontré demasiado, así que fui del salón al dormitorio.
Allí vi algo que nunca me había pasado antes. Una caja fuerte, a plena vista. Normal que no hubiera nada interesante, lo que había de valor estaba allí dentro. Era enorme, de color metálico y funcionaba con llave. Decidí probar con mi llave maestra, pero fue imposible. No encajaba ni de casualidad. Saqué las ganzúas, sin éxito. Era imposible mover ese trasto, incluso saber si había realmente algo allí dentro. Tras muchos intentos infructuosos, me di por vencido. Salí de allí enfadado, sabiendo que me había perdido una oportunidad de oro y que me iba a tocar buscar en otro sitio. Aquella vez me costó conciliar el sueño. Necesitaba saber qué diablos guardaban tan cuidadosamente aquellas personas en sus casas.
Fui detenido por la policía dos días después. Resulta la comunidad se había puesto de acuerdo en instalar cámaras de seguridad en las zonas comunes. No sé si no fui capaz de verlas por su pequeño tamaño o por descuido, pero el caso es que uno de los propietarios me reconoció y sabía que vivía justo enfrente. ¿Quién toma esas medidas con sus vecinos?. Allanamiento de morada, estaré un tiempo con el agua al cuello.
Y esa es mi historia, espero que al menos, sirva para concienciar de que con algunas medidas de seguridad, como alarmas, cámaras de seguridad, cerraduras antirrobo o puertas blindadas en Madrid, las probabilidades de sufrir un robo sean mínimas.
L.E.